Con el uso de gafas, dependiendo de la cantidad de dioptrías y el defecto refractivo a corregir, el paciente percibe los objetos de mayor o menor tamaño. Este efecto es visible también desde fuera. En el caso de los miopes se dice que las “gafas entristecen la mirada” y es porque los cristales que corrigen la miopía hacen que los ojos se vean más pequeños detrás de ellos. Ocurre a la inversa con los cristales que corrigen la hipermetropía pues hacen que los objetos se vean de mayor tamaño. Pues bien, con las lentes de contacto este efecto no ocurre.

Los pacientes con una importante diferencia de graduación entre sus ojos (a partir de 3 dioptrías) padecen algo conocido como anisometropía. Si se intenta corregir con gafas sobre la retina se forman dos imágenes muy diferentes en cuanto a tamaño, profundidad, etc. A esto se le conoce como aniseiconía y hace que el cerebro sea incapaz de fusionar la imagen de ambos ojos generando una visión difícil de tolerar por el paciente. Las lentes de contacto, al no alterar la percepción del tamaño de los objetos, son un buen sistema para corregir las anisometropías.

Las lentes de contacto se mueven con el ojo al desviar la mirada hacia cualquier dirección por lo que no se generan las distorsiones que ocasionan las gafas al ser lentes fijas y mirar por zonas no centrales.